En un giro inesperado de eventos, el vuelo AM178 de Aeroméxico decidió que Querétaro y Tijuana estaban fuera de moda y optó por una parada improvisada en la siempre vibrante Guadalajara.

Resulta que una de las llantas del avión, al parecer queriendo unas vacaciones, decidió poncharse. El piloto, en una maniobra digna de una película de acción, aterrizó el avión, en la pista como si fuera un patinaje sobre hielo.

Los pasajeros, aferrándose a sus asientos como si estuvieran en la montaña rusa más emocionante de su vida, finalmente estallaron en aplausos al tocar tierra firme. ¡Bravo por el piloto, que seguramente tenía una capa escondida debajo del uniforme!