Parece que el ring político mexicano está que arde, y esta vez, los guantes están fuera. En la esquina roja, tenemos a los jueces, con sus togas ondeando al viento, listos para defender la justicia y el derecho a suspender lo que les plazca. Y en la otra esquina, está AMLO, con su capa de presidente y su martillo legislativo, intentando blindar sus «Megaberrinches» de cualquier gancho legal que venga de la esquina opuesta.

La Cámara de Diputados ha dado un golpe de autoridad, aprobando una reforma que dice a los jueces: «¡Hasta aquí llegaron sus suspensiones!» Ahora, si quieren parar alguna ley o proyecto, tendrán que sudar la toga más que nunca. Y mientras tanto, AMLO, en su esquina, celebra como si ya hubiera ganado la pelea, soñando con su Tren Maya cruzando la meta sin más obstáculos legales.

Pero, ¡alto ahí! No todo está perdido para los defensores de la justicia. La oposición, con sus capas de colores del PRI, PAN y PRD, han dicho: «Esto no se queda así», y prometen llevar el combate a la máxima arena de la justicia: la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Así que, señoras y señores, ¡prepárense para la batalla del siglo! ¿Quién ganará? ¿El cabecita de Algodón o las togas negras? Solo el tiempo, y quizás la Corte, lo dirán

Mientras tanto, en las gradas, el pueblo mexicano espera con palomitas en mano, listo para ver este enfrentamiento de titanes de la política y la justicia. ¡Que suene la campana y que comience el espectáculo!