Porque, claro, lo que le faltaba a Ucrania para el fin de semana era un bombardeo masivo. En la madrugada del domingo, Rusia decidió “renovar” al Gobierno ucraniano con misiles y drones. ¿Arquitectura moderna? Más bien, un festival de destrucción.

El presidente Volodímir Zelenski, quien cuenta víctimas como quien revisa el clima, informó que el ataque dejó cuatro muertos y 44 heridos. En Kiev, los proyectiles alcanzaron la sede del Gobierno, cobrando la vida de una mujer y un bebé. Porque, al parecer, en el “juego geopolítico”, nadie está a salvo.

Zelenski también tuvo tiempo para una llamada con Emmanuel Macron, acordando reforzar la defensa ucraniana. En este conflicto, los comunicados internacionales son más rápidos que los sistemas antiaéreos.

Así que, si pensabas que el conflicto estaba “bajando de intensidad”, este ataque te recuerda que el botón de pausa no existe.