En una cumbre que prometía más drama que una telenovela, Volodímir Zelenski se reunió con líderes europeos y Donald Trump para discutir la paz con Rusia. O al menos, para hacer como que hablaban de paz, mientras Moscú seguía lanzando misiles como fuegos artificiales.

Aunque evitaron un nuevo desencuentro tras el abrazo de Trump y Putin en Alaska, los ucranianos siguen con el ceño fruncido. Claro, es difícil confiar en tu vecino cuando te bombardea y promete diálogo.

Expertos como Volodímir Dubovík señalan que el objetivo era “compensar las consecuencias negativas” del show anterior. Y parece que lo lograron en relaciones públicas, con una “posición conjunta” que Moscú probablemente ignorará.

Rusia, por su parte, sigue exigiendo que Ucrania se desmilitarice y se declare neutral. En resumen, que se rinda con estilo. Mientras Trump cree en la paz, los recientes ataques a Kremenchuk y Járkov sugieren que el Kremlin tiene una interpretación bastante creativa de “negociación”.

Así que, Ucrania se aferra a su escepticismo, Rusia sigue con sus bombas, y Occidente continúa con las reuniones. Hablando mucho y avanzando poco.