Nada dice “diplomacia internacional” como un berrinche económico. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que subirá los aranceles a las exportaciones de India por seguir comprando “cantidades masivas” de petróleo ruso, lo que él considera casi una traición personal.

Desde su red social favorita —Truth Social, ese paraíso sin filtros—, proclamó que “aumentará sustancialmente el arancel que India paga a Estados Unidos”, sin entrar en cifras. ¿Para qué dar detalles cuando hay indignación?

Trump también acusó a India de revender el petróleo ruso con ganancias, lo cual es doblemente ofensivo: primero por comprarlo y luego por ser buenos comerciantes. Además, lamentó que a India “no le importe cuántas personas en Ucrania están siendo asesinadas”, como si los aranceles fueran el nuevo lenguaje de la compasión.

Mientras tanto, India sigue firme: si el Kremlin ofrece descuentos, ellos compran. Pasaron de importar menos del 2% de su crudo desde Rusia a más de un tercio.

Y como si fuera poco, Trump lanzó un ultimátum de diez días a Putin para una tregua en Ucrania. Porque los dictadores responden muy bien a los plazos impuestos por otros mandatarios.