En un nuevo giro digno de un thriller, un ataque aéreo israelí convirtió el patio del Hospital Mártires de Al-Aqsa en el escenario de su último «espectáculo». Al menos cuatro muertos y decenas de heridos, porque, claro, ¿dónde mejor que en un hospital lleno de civiles?

El bombardeo nocturno provocó un incendio que arrasó las tiendas de campaña de los desplazados. Los médicos informaron que más de dos docenas sufrieron quemaduras graves. El ejército israelí, sin pruebas, afirmó que el objetivo eran milicianos camuflados entre la población. Porque, ¿quién necesita pruebas cuando se justifica un ataque?

Imágenes desgarradoras mostraron a niños heridos y un padre cargando a su pequeño con la cabeza vendada. Escenas que ya son parte del paisaje cotidiano en esta región.

Israel continúa atacando Gaza casi a diario y ha iniciado una gran operación terrestre en el norte, donde ha ordenado la evacuación de 400,000 personas al sur. Mientras tanto, la entrada de comida sigue bloqueada. Nada dice «estrategia» como dejar a miles sin alimentos.