«Cuba en el Escenario Global: ¿El Fin de una Saga de Seis Décadas?»

¡Atención, atención! Este miércoles, la Asamblea General de la ONU decidió darle un toque dramático al bloqueo estadounidense a Cuba, un tema que parece más bien una telenovela que lleva más de seis décadas en emisión. Con una abrumadora mayoría de 187 votos a favor, solo dos valientes (o temerosos) se atrevieron a alzar la mano en contra: Estados Unidos e Israel. ¡Bravo por la democracia!

La resolución, que tiene un nombre tan largo que podría ser el título de una película, clama por poner fin a «la necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba». Rodríguez Parrilla, el jefe de exteriores cubano, no se quedó callado y definió las sanciones como «medidas inhumanas» y «propias de una guerra económica extrema». ¡Qué poético! ¿Acaso está escribiendo un nuevo libro?

Mientras tanto, en la sala, el único representante estadounidense mantenía su mirada impertérrita mientras Parrilla decía en un combo lingüístico «Let Cuba live in peace», como si estuviera vendiendo una camiseta. Y claro, no podía faltar el apoyo internacional: Rusia y otros amigos del barrio latinoamericano se alinearon detrás de Cuba, pero esta vez Irán se llevó el premio al discurso más fervoroso contra las sanciones. ¿Quién diría que la ONU se convertiría en una especie de concurso de talentos?

Si bien este año Cuba volvió a recibir un apoyo similar al del año pasado (sin Ucrania entre sus amigos), lo cierto es que la situación sigue siendo crítica. En su informe anual, La Habana estima que las sanciones le han costado más de 5 mil millones de dólares entre marzo de 2023 y febrero de 2024. Pero claro, no nos cuentan cómo llegaron a esa cifra. Quizás están usando una calculadora cubana especial.

Así que aquí estamos, con Cuba lidiando con escasez de alimentos y medicinas mientras Washington sigue jugando a ser el sheriff del barrio. ¿Cuánto tiempo más tendrá que esperar esta telenovela para llegar a un final feliz? ¡Apuesto a que ni los guionistas lo saben!