Las intensas lluvias que azotaron Nepal la semana pasada han dejado una huella de destrucción inimaginable. Las inundaciones y deslizamientos de tierra han cobrado la vida de más de 200 personas y han dejado a decenas en un angustiante estado de desaparición. Las regiones más afectadas del país están sumidas en el caos, con miles de ciudadanos desplazados y un gran número de viviendas arrasadas.

El Primer Ministro, K P Sharma Oli, ha informado que hasta ahora se han rescatado a más de 4,000 personas, pero la lucha por encontrar a los desaparecidos continúa. Los equipos de emergencia trabajan sin descanso en medio del lodo y la desesperación, mientras la indignación crece entre los habitantes que critican la falta de recursos para enfrentar esta devastadora crisis.

Desde el jueves pasado, las lluvias torrenciales han golpeado con fuerza a la capital, Katmandú, y otras áreas del país. El Ministerio del Interior reporta que al menos 26 personas siguen desaparecidas, y se teme que el número de víctimas mortales pueda aumentar conforme avanzan las operaciones de rescate.

La comunidad internacional ha comenzado a responder ante esta tragedia, ofreciendo asistencia humanitaria en un momento crítico para Nepal. Las autoridades locales hacen un llamado urgente a la población para que busquen refugio en lugares seguros y sigan las instrucciones de los rescatistas. Nepal enfrenta una de las peores catástrofes naturales en años, y cada minuto cuenta.