En un sorpresivo giro de eventos que ni el más optimista aficionado de Pumas se hubiera atrevido a imaginar, los felinos universitarios decidieron que ya era hora de dejar de ser el meme del barrio y se llevaron el Clásico Capitalino por un aplastante 1-0. Sí, así como lo oyes.  Las Águilas del América, esas que siempre se ven a sí mismas como las reinas del cielo, terminaron más desplumadas que un pavo en noviembre y con el pico tan caído que podrían usarlo como sombrero.

Desde el silbatazo inicial, Pumas salió al campo como si les hubieran prometido tacos gratis de por vida si lograban la victoria. Y vaya que lo hicieron. El gol llegó tan rápido que los aficionados del América apenas estaban terminando de acomodarse en sus asientos y ya se escuchaban los gritos de “¡Goooool!”.

El entrenador del América, con cara de «¿qué acaba de pasar?», intentó justificar la debacle diciendo que fue un «accidente». Claro, un accidente que duró 90 minutos y dejó a sus jugadores buscando sus dignidades por todo el campo como si fueran monedas perdidas.

Mientras tanto, los aficionados de Pumas celebraron como si hubieran ganado la Copa del Mundo. Y quién puede culparlos; no todos los días vemos a un gato comiéndose a un águila. ¡Bravo, Pumas!