En un giro que seguramente nadie vio venir, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ha decidido, ¡oh maravilla!, que es hora de dejar de lado el café horrible de la sala de juntas y ponerse a trabajar en la tan ansiada reforma judicial. Sí, así es, la SCJN ha encontrado su motivación.

En una reunión privada que seguramente fue tan emocionante como ver pintura secarse, los ministros llegaron a una unanimidad que no se había visto desde que todos acordaron que el café es, efectivamente, un desastre. Decidieron que el pleno del tribunal asumirá las acciones relacionadas con la reforma judicial. ¡Qué novedad!

La ministra Lenia Batres, quien propuso la brillante idea de crear otra comisión de transición (porque claramente el mundo necesita más comisiones), se unió al coro unánime en favor de que el pleno se encargue de implementar la reforma. En otras palabras, han decidido hacer lo que se espera que hagan. ¡Un aplauso para ellos!

La reforma, que entró en vigor el 16 de septiembre (marcando otro día histórico en el calendario), promete que los ministros serán elegidos por voto popular. Porque, claro, ¿qué podría salir mal al dejar que el público decida quiénes serán los jueces? Además, nos aseguran que esto no afectará su labor jurisdiccional. Por supuesto, implementar una reforma monumental es tan sencillo como armar un rompecabezas de mil piezas.

Así que prepárense para ver a sus ministros favoritos en la boleta electoral. Y no olviden votar, porque ahora más que nunca su opinión cuenta. ¡Viva la democracia y las sorpresas inesperadas!