Los trabajadores del Poder Judicial han decidido tomarse unas vacaciones indefinidas justo cuando los abogados particulares necesitaban que las audiencias fluyeran como un río de justicia. ¿Coincidencia? ¡Claro que no! Fuera del majestuoso edificio del Poder Judicial en San Lázaro, los manifestantes se agruparon como si estuvieran en un concierto de rock, pero en lugar de guitarras eléctricas, solo se escuchaban quejas y un ambiente de frustración palpable.

Martín Eduardo Pérez Cázares, un abogado que evidentemente no recibió el memo sobre el paro, llegó con su séquito legal listo para una audiencia de juicio en materia oral mercantil. Según él, la audiencia debería haberse llevado a cabo sin problemas, ya que el paro estaba programado para el 21 de agosto. Pero, ¡sorpresa! El paro llegó antes de lo esperado, como un regalo inoportuno en Navidad. “Nos dijeron que era indefinido”, comentó el abogado con un tono que mezclaba incredulidad y sarcasmo. “Así que solo nos queda esperar a que el Poder Judicial nos vuelva a citar… en algún momento, tal vez cuando los unicornios vuelen”.

Este lunes no fue un día cualquiera; fue el inicio de un paro indefinido por parte de los trabajadores del Poder Judicial de la Federación. Los manifestantes han declarado que mantendrán su huelga hasta que alguien les haga caso. ¡Qué nobleza! ¿Quién necesita resolver casos cuando puedes hacer pancartas ingeniosas? Así es, parece que la lucha por la justicia está más complicada que armar un rompecabezas con piezas faltantes y un manual en chino antiguo.

Hasta las 11:30 de la mañana, no había noticias sobre qué sucedería con las audiencias programadas para ese día. Pero claro, con un paro así de monumental, es probable que los abogados tengan mucho tiempo para reflexionar sobre la ironía de buscar justicia en un sistema que parece haber decidido tomarse unas largas vacaciones en una playa paradisíaca. ¿Arena blanca o arena de expedientes? Esa es la pregunta.