El pasado viernes, un avión con 62 pasajeros a bordo protagonizó un trágico incidente en el sureste de Brasil, marcando una de las peores tragedias aéreas del país en los últimos 17 años. El vuelo 2283 de la aerolínea Voepass, que despegó de Cascavel, Paraná, con destino al aeropuerto internacional de Guarulhos en São Paulo, se estrelló apenas una hora y 26 minutos después de su partida.

El accidente ocurrió durante un descenso abrupto sobre Vinhedo, una zona residencial. Los testigos reportaron un estruendo ensordecedor antes de presenciar el avión precipitándose hacia el suelo. Al llegar los bomberos, encontraron la cabina completamente destrozada y a los ocupantes en una situación devastadora. El incendio posterior solo incrementó la magnitud del desastre.

De acuerdo con Flight Radar 24, el avión estaba volando a una altitud estable hasta que perdió casi 13 mil pies en un minuto. Sorprendentemente, la tripulación nunca declaró una emergencia ni reportó condiciones meteorológicas adversas. Esto ha dejado a muchos preguntándose sobre las decisiones tomadas durante el vuelo.

Actualmente, expertos del Centro de Investigación y Prevención de Accidentes Aeronáuticos (Cenipa) están analizando las cajas negras del avión para entender las causas detrás de este trágico evento. El brigadier Marcelo Moreno ha asegurado que se emitirá un informe pronto, aunque por ahora no se han identificado culpables específicos.

Este incidente resalta la imprevisibilidad de volar y deja a muchos brasileños cuestionando qué pudo haber salido mal en un viaje que debería haber sido rutinario. La esperanza es que, en el futuro, las lecciones aprendidas puedan evitar tragedias similares.