«Socavones en Guadalajara: ¿Atracción Turística o Peligro Inminente?»
En una sorprendente demostración de indiferencia, los habitantes de Guadalajara parecen haber perdido por completo la capacidad de asombro ante la aparición de socavones en esta temporada. Después del espectacular hundimiento de la Avenida López Mateos, cualquier hoyo en el subsuelo ya no causa ni un parpadeo. Pero, ¡sorpresa! En el cruce de la calle Reforma con la avenida Américas, se ha formado un nuevo «atractivo turístico»: un hundimiento de al menos 5 metros de ancho por 3 de profundidad que las autoridades han decidido ignorar con maestría digna de un artista del escapismo.
Este socavón, a diferencia de sus predecesores, ha decidido llevarse la banqueta a su fiesta privada, dejando a los peatones en un dilema: ¿caminar por el borde del abismo o arriesgarse a convertirse en parte del tráfico? “Sí es un peligro realmente”, dice una vecina que, como todos, se pregunta qué está pasando en Guadalajara. “Estos hoyos están surgiendo por toda la ciudad. Cuando no le hacen daño a los vehículos, lo hacen a nosotros y tenemos que caminar donde vienen los carros. ¡Genial!”
Y como si eso no fuera suficiente, parte de la plancha de concreto cercana al socavón está flotando como si estuviera en una competencia de yoga extremo. “Yo lo pensé cuando venía de aquel lado”, comenta un transeúnte preocupado. “Me parece que por aquí abajo también está hueco y no han hecho nada para solucionarlo. Espero que pronto vengan por el bien de todos: tanto peatones como conductores. ¡No queremos caer al abismo!”
Por ahora, las causas del socavón siguen siendo un misterio digno de una novela policiaca: ¿será el terreno abandonado al lado o alguna falla en el subsuelo? Lo cierto es que este gigante tiene al menos dos semanas esperando ser rellenado y garantizar el paso seguro para quienes se atrevan a cruzar su camino.
Así que, autoridades de Guadalajara, ¡un llamado urgente! Es hora de que atiendan este pequeño inconveniente antes de que alguien decida hacer una excursión al fondo del hoyo. Mientras tanto, quienes caminan por allí tienen que jugar al «esquiva-carros» y esperar que no les toque ser parte del nuevo espectáculo urbano. ¡Qué emocionante!